La noticia del descubrimiento del Nuevo Mundo, cargado de maravillas y tesoros, corrió como la pólvora por la Europa de la época, amplándose en tamaño y riqueza según atravesaba fronteras, hasta terminar convirtiendo la ruta de las Indias en un inmenso fanal dorado, al que acudieron en tropel corsarios, piratas y aventureros de todo pelo y nacionalidad.
El descubrimiento de América supondrá una inimaginable fuente de riquezas para España,
que tratará por todos los medios de explotarlas de manera exclusiva, mediante el diseño de un sistema naval nunca visto hasta entonces. La Flota de Indias fue una pionera línea mercante regular que, fuertemente protegida por la Armada Española, conectaba dos veces al año la metrópoli con sus lejanas colonias.
El resto de potencias europeas intentará durante más de dos siglos romper el monopolio español y acceder a esas riquezas, utilizando para ello todos los medios a su alcance; el contrabando, la piratería, el corso o el ataque directo a la Flota.
Pero no será tarea fácil…